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29 Jan
29Jan

Tus pasos son los que yo sigo ...

A veces pienso que la vida son estaciones.

Siempre esperamos que suceda algo, que pase algo, y lo único que se nos va pasando es la vida mientras esperamos.
Una tarde comprendí que mi vida hacía tiempo que había dejado de ser una estación. Me cansé de esperar a que las cosas sucedieran, y decidí ser yo el tren, y mi maquinista mi hijo, el verdadero sentido de mi viaje.

Es curioso como los hijos nos cambian la vida, son ellos y no nosotros, los que hacen nuestra vida distinta. La llenan de aventuras, de locuras, de colores y mucho amor, más del que nosotros somos capaces de darles, porque nuestras vidas están llenas de trabajo, de cargas, de compromisos y tantos prejuicios.

Pero lo que más me impacta es darme cuenta del poco tiempo que dedicamos a vivir ...

Cuando estoy con mi hijo me olvido de quien soy,  se detiene el tiempo, o lo para él , ya no sé,  hace magia y convierte un simple paseo por la estación en una tarde llena de fantasía y sueños.

Por eso un día dejé de esperar y fui directa a los sueños, porque cuando mi mundo se hace enorme, unas manos pequeñas me agarran y me hacen mirar al suelo.

Comprendo, entonces, que nada tiene tanta importancia en la vida como verlo a él, sentirlo a él, y jugar con él.
Hace que mis problemas se esfumen de inmediato, que mi sonrisa se agrande. Me lleva volando a su mundo, al que me invita sin maldad, lleno de pureza, como dos niños más. 

Y por eso digo que dejé de ser una estación, porque justo el día en que dejé de esperar a ser mamá llegó él, para demostrarle a todos que los sueños se cumplen si de verdad se sueñan con ganas, que lo que realmente quieres solo tarda un poco más en llegar.

No, no hizo falta nada, solo olvidar por completo mi deseo y vivir. 

Si, no me avergüenza reconocer  que estuve casi diez años perdida buscando ser madre, ni que perdí mi primer bebé a los pocos años de casarme. Pero no sucedía nunca, y no estaba dispuesta a esperar más trenes ... La vida hay que saber vivirla como viene, y sin darnos cuenta vino él ... 

Y con Mateo llegaron las sonrisas, las lágrimas de felicidad, la incertidumbre de que todo fuera bien esta vez, y empecé a disfrutar, a llenar los días de luz, de color y de millones de cosas que hacer con mi hijo. Aun hoy me acuesto y me parece mentira que sea mamá, que me llame mamá, y que sea la fuente inagotable de mi inspiración.

Y tanta eran las ganas que teníamos de conocernos, que se adelantó tres semanas para disfrutarnos mas. Con un peso de un niño de 40 semanas, y un parto que jamás olvidaré, de forma totalmente natural, como mis  abuelas, y en menos de 20 minutos lo olí por primera vez ... Ummmmm...Un olor que quedará para siempre grabado en mi ser, del que nadie podrá jamás desprenderme. Olor a vida¡¡¡ 

Y ya llevamos tres años viendo pasar los trenes, riendo juntos, caminando juntos, y saltando siempre que podemos . Porque si algo nos gusta es "volar" en nuestro mundo, tocar con la varita todo aquello que queremos cambiar. Ahh¡¡, pero solo él tiene ese poder, y la magia solo se da cuando estamos juntos ... Por separado, jamás, somos así de especiales, únicos y poderosos .

Mateo es mi mundo, y cuando acerca sus manitas y me dice -Mamá, vamos- , yo me dejo llevar.

Y un semáforo es el juguete más divertido del mundo.

 Y contar piedras es lo más, saltar, correr, gritar ... Allá al final del mundo, donde nadie nos escuche, donde solo nos puedan mirar.

Son nuestros ratitos juntos, esos en los que nadie más puede entrar. 


Y sí, es muy fácil vivir enamorada . Solo hay que mirarlo a él.

A mi se me ilumina la cara, el alma y el día. Y es que es tan bello sentarse en el suelo, o pisar los railes del tren, coger palos, mirar la luz de los semáforos, adivinar por dónde viene el tren ...


Y como el tiempo vuela, aunque lo detengamos juntos, los trenes siguen pasando como la vida ... Rápidos, imparables, y con un ruido enorme.


Aunque si sabemos aprovechar el tiempo aún podemos jugar más, antes de que se vaya el sol. Siempre se puede llegar más lejos, y nunca dejar de soñar. 

Son los principios que intento enseñarte cada día :  vive, disfruta,  experimenta, juega, pero nunca dejes de luchar y soñar por aquello que tanto deseas.  La vida un día te sorprende, quizás cuando ya no esperas nada, pero hay que estar abierto a que te conceda ese momento, no desistir jamás en el empeño. 

Y cuando te canses de esperar ... VIVE y todo solo llegará.


Nunca olvides que eres estación hasta que quieras ser tu propio tren ... 

Y como si de un cuento se tratara, así hay que vivir la vida. 

No siempre nos tocan finales felices, no siempre gana los buenos, pero al que sabe esperar la vida siempre algo de lo soñado le regala ... 

Y a mí me regalo volver a jugar: a  piratas, a policías y a maquinistas de tren... A lo que tú quieras jugar. 


Y así, sin ni siquiera pensarlo, el tiempo pasa volando a su lado, con tus ganas de verme reír, con esa mirada que me derrite, y con ese carisma que tienes en todo lo que ya vas haciendo. 

Solo son tres años, pero ya me has regalado más que cualquier persona en toda mi vida ...


Sin ser perfecto, eres el ser más bello que jamás conocí ...
Tu mundo es el nuestro.

Te quiero, Mateo.

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